Britney Spears es un nombre que, casi automáticamente, se asocia con la música pop. Con solo cuarenta años, tiene más de veinte de trayectoria desde que se unió por primera vez al "Club de Mickey Mouse", donde conoció a figuras del talle de Christina Aguilera. Sus nueve álbumes de estudio y siete giras mundiales son reflejo de lo que esta artista significa para muchas y muchos.
Sin embargo, como muchos otros artistas que hicieron sus carreras en los 90, Britney Spears debió enfrentarse a una realidad que no era tan espectacular como sus shows. Desde hace años, de hecho, que salió a la luz todo el sufrimiento que se hallaba detrás de una sonrisa de un millón de dólares.
Desde 2019 que el hashtag #FreeBritney se apoderó de las redes sociales y de las calles, cuando miles de fanáticos de la autora de "Oops, I Did It Again" comenzaron una campaña para liberar a la artista de la tutela de su padre, Jamie Spears. Este había sido responsable de manejar no solo la vida profesional de su hija, sino también todas sus decisiones personales.
Luego de años de batallas legales, la celebridad estadounidese respiró aliviada cuando una jueza dictó que ya podía tomar sus propias elecciones. Además, logró hallar el amor con Sam Asghari, con quien se casó a mitad de este año. Sin embargo, por más felicidad que esto causó en todos sus defensores y fans, aún hay muchas heridas que no se cierran.
Las primeras se relacionan con los hijos de Britney. Sean Preston, de 16 años, y Jayden, de 15, han dejado saber, en una entrevista con ITV, que el vínculo que mantienen con su madre no es demasiado positivo. De hecho, el más joven expresó que "va a tomar mucho tiempo y esfuerzo" procesar todo el trauma que han pasado. "Solo quiero que mejore mentalmente. Cuando mejore, realmente quiero volver a verla”, señaló.
Frente a ello, la intérprete les respondió a través de un audio público y generó mucha polémica: "Si no los llenaba de regalos y tenía la comida lista y actuaba como una santa, nunca era lo suficientemente buena", manifestó. Además, expresó que sus pequeños estaban molestos con ella porque "no recibirían más dinero" al cumplir la mayoría de edad. Debido a los problemas con su familia, ella incluso alegó que dejó de creer en Dios: "No habría permitido que algo así me sucediera, si existiera", manifestó.
Y esta no es la única controversia que gira en torno a la cantante. Desde que recuperó la libertad para publicar en sus cuentas oficiales, ha hecho un par de posteos un poco problemáticos. En uno, la acusaron de discriminar a la gente con sobrepeso por decir que "su confianza sería mejor" si pudiese haber elegido "bailarinas más delgadas" que la acompañen en sus conciertos.
En otra ocasión, Britney Spears también utilizó sus perfiles online para avisar que tal vez nunca volvería a estar en un escenario debido a todo lo que le ocurrió: “Sí, estoy enojada y no, probablemente no volveré a actuar solo porque soy terca y punto”, había escrito. Es notorio que la leyenda del pop no está atravesando su mejor etapa, por lo que deberá verse si puede adaptarse a la nueva vida que ha conseguido.